El papel de las abejas en el ecosistema es crucial, después de todos, son las responsables de polinizar al menos el 50% de las plantas; pero hay algo más que caracteriza a estos maravillosos insectos: la elaboración de la miel, alimento de idolatría mundial no solo para endulzar el paladar, sino como ingrediente en numerosos remedios naturales y tratamientos de belleza.
De consistencia densa y pegajosa, la miel de abeja es un alimento caracterizado por su agradable sabor dulce, mismo que procede de su elevado contenido de fructuosa; esta es la razón por la que se duda de lo aconsejable que sea su consumo. Asimismo, ha sido objeto de debate debido a las reacciones alérgicas e intoxicaciones que puede provocar. Todo esto conlleva a preguntarse ¿conviene consumir o no el alimento?
¿Qué tan buena o mala es la miel de abeja?
La miel, es el resultado del ciclo en el que las abejas recogen el néctar de las flores, lo digieren y regurgitan, por ende, su valor nutricional y propiedades están sujetas a las diferentes clases se flores disponibles cerca del panal. En líneas generales, la miel se compone de 82% de azúcar, de la cual la mitad, es fructosa, asimismo, guarda en su composición vitaminas, minerales y antioxidante, de ahí la controversia respecto a si es o no un alimento saludable.
En estado natural, es decir, sin proceso de pasteurización en el que se comprometan las esporas y polen presentes en su composición, la miel tiene facultades cicatrizantes y antibacterianas, motivo por el que se utiliza en el tratamiento de heridas infectadas; asimismo, se cree que es capaz de curar alergias, aunque no está científicamente avalado.
Precauciones acerca del consumo de miel:
Pero no todo son efectos positivos, los detractores al consumo del producto basan su argumento en los efectos secundarios que pueden suscitarse tras su consumo, tales como alergias, intoxicación y en el peor de los casos, envenenamiento.
Otra de las críticas bastante sonada respecto al alimento radica en su elevado contenido de fructosa líquida, teoría que pierde valor si se lleva a escenarios como el de los frutos secos, que se caracterizan por alto índice de ácidos grasos.
En conclusión…
De todo esto se entiende la necesidad de evaluar la miel como un todo, y no sencillamente limitarse a uno de sus componentes de forma individual. Partiendo de ello, se sugieren tres consejos puntuales para su consumo: primero, verificar la procedencia del producto, es decir, que sea pura y de calidad.
Segundo, considerando su elevado contenido en azúcar, verificar con el médico su consumo si se padecen enfermedades como diabetes, desniveles de colesterol y triglicéridos. Por último, consumirla sin mayor problema, si se goza de buena salud, ya que funcionan como edulcorante, con la ventaja de ser más natural y saludable que la azúcar refinada.