La mayoría de embarazadas se inclina por el parto en una clínica. Las ventajas de la clínica son superiores por sus mejores condiciones asépticas y de instrumental.
Un sufrimiento fetal, la asfixia del recién nacido, una hemorragia de la madre, por ejemplo, requieren con urgencia la actuación por parte del médico, y esto sólo es posible en una clínica u hospital. Por otra parte, la higiene, el ambiente estéril de la clínica u hospital, nunca se pueden conseguir ni siquiera en el hogar de mayor pulcritud.
El parto en casa. Los inconvenientes son mayores. En el hogar se perturba el descanso que necesitan la madre y el niño. Las visitas excesivas, además del ruido frecuente, traen peligro de contagios para el recién nacido y la madre.
Si el parto es en casa, tome sus precauciones. Debe estar en una habitación ordenada, fácil de asear y limpiar, conviene que tenga agua caliente o, al menos, que se pueda disponer de ella sin ir muy lejos.
La cama debe ser alta y dura; puede ponerse una tabla bajo el colchón para evitar que se hunda.
Hay que tener todos los utensilios necesarios: recipientes médicos desinfectados, paños esterilizados. La habitación debe estar bien iluminada, disponer de bastante agua hervida, sábanas, toallas limpias, útiles de farmacia (para el caso) y la ropita del bebé.
Debe limitarse el número de personas presentes en el parto.
