Todos Le Tememos a una Parálisis Cerebral

 Hace más de 100 años que un medico inglés describió una enfermedad caracterizada por la aparición de trastornos motores de tipo cerebral, parálisis con aumento del tono muscular en niños nacidos en partos distócicos y en prematuros.

Pronto se observó que también otros niños nacidos en un parto absolutamente normal padecían iguales trastornos que los descritos por el medico inglés y que esta enfermedad motriz, llamada entonces enfermedad de Little, estaba ligada a otras condiciones y que podía aparecer sin causa apreciable alguna.

Luego se modifico el criterio calificativo de enfermedad de Little por el concepto de parálisis cerebral infantil, que forma un grupo no comunitario, pero que comprende un conjunto de procesos caracterizados esencialmente por trastornos de la motilidad de tipo cerebral, sin carácter evolutivo. Considerada en este sentido, la parálisis cerebral debe estimarse como una secuela, más o menos definitiva, de una agresión patógena cerebral provocada en el feto durante el periodo embrionario, o bien, durante el período posnatal.

Causas de parálisis cerebral podemos citar gran número de enfermedades, entre ellas, las embriopatías y las fetopatías relacionadas con enfermedades infecciosas padecidas por la madre, en especial la rubéola contraída al principio de la gestación.

El primogénito puede padecer en ocasiones ictericia por hemólisis si la madre fue previamente sensibilizada por una transfusión con sangre. Los partos distócicos, laboriosos o no, la prematuridad y, muy especialmente, la anoxia neonatal son también causas frecuentes de parálisis cerebral. Durante el período posnatal, la parálisis cerebral es frecuentemente consecutiva a enfermedades. La encefalitis es una de ellas.

 

La parálisis cerebral se caracteriza por dos factores: la topografia de la lesión y el momento en que ésta se instaura, o sea, que es consecutiva al grado de madurez alcanzado por el niño en el momento de constituirse la lesión.

La sintomatología queda centrada siempre en el trastorno de la motilidad del niño. La forma más frecuente es la parapléjica, en la cual se afectan ambas extremidades inferiores. En las hemipléjicas, el trastorno aparece en la mitad del cuerpo.

Las llamadas formas tripléjicas afectan a tres extremidades, y las cuadripléjicas, a los cuatro miembros. En todas se observa un gran aumento del tono muscular y de los reflejos, o sea, hay una espasticidad que dificulta extraordinariamente las tentativas de los movimientos voluntarios.

 

El tratamiento consiste en aplicar las medidas de rehabilitación, que tienen aquí una extraordinaria amplitud, ya que comprenden no sólo la reeducación funcional con ayuda de métodos de relajación y coordinación cinética, sino también la rehabilitación en su sentido pedagógico, laboral y social.

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