¿Sufres mucho estrés? ¿Tu cabello lo nota? La caída del pelo puede ocurrirle a cualquier persona y a cualquier edad. Antes de acudir a un especialista capilar, debemos ver qué tipo de caída sufrimos, pues es esencial para determinar el tipo de tratamiento y su duración.
Existen múltiples tratamientos para evitar la alopecia: medicamentos como el minoxidil o el Finasteride pueden ayudarnos a prevenir y frenar la caída del cabello; aunque no están exentos de efectos secundarios.
El trasplante como última solución
Cuando la medicina agota todas las vías posibles para evitar de manera natural la caída del cabello, el trasplante aparece como última solución. Redistribuir el cabello en las zonas en las que se está perdiendo pelo a través de la técnica del microinjerto es la opción más común.
Aunque el microinjerto puede provocar también una serie de efectos secundarios. No suelen ser muy comunes pero pueden ocurrir. Los más habituales son los edemas faciales, una hinchazón causada por una reacción alérgica al trasplante; pero que en un máximo de 48 horas remite sin dejar ningún tipo de secuela en el cuerpo; la pérdida de sensibilidad en la zona del trasplante y, en casos muy remotos, una infección.
Para ello, hay que evitar cualquier tipo de roce o fricción en la zona trasplantada y recurrir, en última instancia, a estimulantes para el crecimiento capilar.
Tener pelo como sinónimo de autoestima
Sentirse bien con uno mismo es clave para desarrollarnos como personas. Las técnicas y la propia tecnología para realizar los cambios oportunos en el cuerpo han avanzado con el tiempo, pero la idea, repetimos, el deseo de pertenecer o de sobresalir dentro del sistema social que se establece, es el mismo.
En este sentido, el trasplante de cabello mejora la calidad de vida del enfermo, ayudando a su integración emocional y sociolaboral; aumentándole la autoestima.
Pasamos gran parte de nuestro tiempo en sociedad, buscando la aceptación de los demás: los encuentros sociales adquieren una importancia y una relevancia con la que hay que estar a la altura; y el cambio físico o los injertos no son más que herramientas para sentirnos cómodos en sociedad.
Debemos ser nosotros mismos y utilizar todos los medios estilísticos para potenciar nuestro carácter y nuestra personalidad. Una circunstancia inherente al ser humano es la necesidad de sentirnos bien con nosotros mismos y sentirnos aceptados: las herramientas han evolucionado y las modas también, pero la esencia sigue siendo la misma.