Existen tres elementos que integran el hábito del comportamiento del consumidor de tabaco:
#1 Práctica, en este caso se puede aplicar el famoso dicho «la práctica hace al maestro» esto indica que las cosas que se realizan repetidas veces se vuelve automático, en donde ya no existe una decisión de por medio.
Un cálculo sencillo puede llegar a asustarlo un poco más:
Una persona promedio vive 80 años. Si ésta persona empezó con el hábito de consumir nicotina a las 20 años y fuma sólo 10 cigarrillos por día, obtenemos una cifra sorprendente y sobre todo preocupante al extremo:
60 años
21.900 días
10 cigarrillos por día
219.000 cigarrillos consumidos en su vida
#2 Asociación, una persona hace diferentes actividades en el día, un fumador las realiza fumando, lo que conlleva a asociar estas actividades con el cigarrillo y el simple hecho de hacerlas provoca en ellos un deseo de fumar porque ya está asociado a tu vida cotidiana o rutina. Estos momentos clásicos del fumador son cuando: toma café, toma bebidas alcohólicas, conduce un vehículo, mantiene conversaciones con amigos y posterior a las comidas. La ausencia del cigarrillo en cualquiera de estas actividades crea una sensación extraña, similar al olvido de algo específico o la falta de algo.
#3 Refuerzo, se refiere a la convicción que un fumador se crea por sí mismo al afirmar mentalmente que fumar lo hace sentir mejor, se siente positivo, que lo relaja, que lo alivia de sus afecciones aunque sea unos minutos.
Éstos son los tres elementos que en conjunto crean una conducta la cual es aprendida para convertirse luego en un hábito de comportamiento duradero.
Dejar de fumar es un proceso muy similar a la situación mencionada en los tres elementos que debes volver a armar en la vida cotidiana pero con la ausencia del cigarrillo, no será fácil pero no es imposible.