No, de ninguna manera. El embarazo y la lactancia modifican los senos, pero no los estropean. Estos se pigmentan, crecen (debido a las hormonas: prolactina, estrógeno y progesterona), se vuelven gruesos, con una aureola parda o negra, según el color de la piel, y se nota una red de venas azules bajo la piel. Además, los senos experimentan una mayor sensibilidad y un hormigueo en las mamas.
Los pezones también se dilatan, se pigmentan y crecen y son más eréctiles, se extienden (crecen) y generalmente se oscurecen. La lactancia materna es importante para la salud del bebé.
La lactancia crea entre la madre y el niño un lazo muy fuerte de amor y ternura. La madre que amamanta al niño, lo mece, lo sostiene, estrechándolo contra su corazón lo querrá más; y es el modo ideal de alimentación del bebé.
Pero hay algunas madres que no tienen leche suficiente y en estos casos se recurre al biberón.
Son necesarios algunos cuidados locales del pezón (pág ilustrada), evitar la ingestión de bebidas alcohólicas y de medicamentos.
La mujer que amamanta a menudo no menstrúa, pero puede tener una ovulación repentina y quedar embarazada. Esta eventualidad es frecuente.
Después del destete, el fluido mamario disminuye; lo mismo, la pigmentación de la aureola y el volumen del pezón. Los senos se reducen y vuelven a la normalidad.
¿Cuándo es necesario amamantar?
Usted puede dar de lactar a su bebé si dispone de tiempo completo al cuidado de él; si todo está normal entre Ud. y él y si tiene suficiente leche en los senos. No tiene por qué dudar: debe amamantarlo, pues la lactancia materna es natural, sencilla y limpia. Proporciona al recién nacido un alimento completo y específico.