Las causas de la esterilidad, tanto en el hombre como en la mujer, son variadas. En algunos casos es relativa, y puede desaparecer con tratamientos adecuados.
En otros, en cambio, es absoluta y no hay tratamiento alguno capaz de corregir esta anomalía.
En el hombre este mal es fácil de determinar con el análisis del esperma; si faltan o no son normales los espermatozoides, el varón es estéril.
La esterilidad absoluta puede derivar de una operación o de enfermedades congénitas, como deformaciones del pene, nacer sin testículos o con los testículos atrofiados. También son causa de esterilidad irreversible las infecciones tales como la parotiditis (paperas), trastornos endocrinológicos de las glándulas pituitaria, tiroides y suprarrenal, traumatismos genitales y trastornos como la criptorquídea (falta de descenso testicular).
La esterilidad en la mujer es similar a la del hombre: no puede ser fértil si no produce óvulos, o si posee malformaciones congénitas, alteraciones de glándulas endocrinas como la pituitaria, tiroides o suprarrenal, si padece hemorragias mal tratadas, exposición a radiaciones, o una insuficiente producción hormonal.
Son numerosos los factores que pueden originar esterilidad, por lo que es preciso un reconocimiento médico para llegar a un diagnóstico acertado.
Las parejas estériles se enfrentan a un camino que requiere paciencia y mucha disciplina para lograr satisfacer su anhelo de tener un hijo.